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El síndrome del nido vacío es una sensación de soledad que aparece en los padres cuando alguno de sus hijos (o todos) abandonan el hogar o se emancipan.
Es más común en las mujeres, pero puede surgir en cualquier padre o tutor, y puede resultar muy desagradable debido a lo negativo de las emociones con las que se relaciona.
Este síndrome es parte del proceso evolutivo por el que pasamos las personas, ya que está relacionado con una etapa más del crecimiento: nuestros hijos ya son mayores y han podido abandonar el nido por su cuenta.
Es justo por esta razón por la que en ocasiones surge culpa o tristeza cuando los hijos se van, porque dejamos de ser necesarios.
Aunque esto pueda parecer un cambio negativo, la realidad es que es una oportunidad, ya que surge para nosotros la opción de construir con nuestros hijos una relación basada en el cariño, el amor y el apoyo, y no en la necesidad que existió cuando estos eran pequeños.
Algunos de los síntomas que aparecen en los padres y madres que sufren este síndrome son tristeza, soledad, sensación de vacío, inutilidad e incluso culpa, agravándose en caso de que la situación en casa fuera tensa antes de que se fueran.
Cuando estos síntomas no se trabajan y las emociones negativas se mantienen, puede aparecer fatiga, dificultad para concentrarse, preocupación excesiva o anhedonia, que es la dificultad para encontrar placer en la vida diaria.
Por supuesto, las relaciones que se establecen en cada familia son únicas y, por tanto, las reacciones a los cambios que surjan también lo serán, esto es algo que cualquier psicólogo debe tener en cuenta al enfrentarse a casos como estos.
La mejor manera de enfrentarse a estas situaciones por parte de los padres es tener en cuenta que el hecho de que las relaciones cambien no significa que se acaben, y en muchos casos los cambios son a mejor, ya que tanto nuestros hijos como nosotros ganamos libertad e independencia y ciertas tensiones del día a día (esos “roces” que surgen de la convivencia) desaparecen.
Un buen consejo es irse preparando de manera gradual, dando poco a poco más libertad a nuestros hijos, no solo para acostumbrarnos a la no sobreprotección, sino también para evitar que estos se enfrenten al mundo sin herramientas.
Por otro lado, también es una oportunidad para nosotros para construir una nueva vida, y es este proyecto el que muchas veces nos emociona y motiva, evitando que los aspectos negativos de esta situación nos cieguen.
Por lo general, existen diferencias entre cómo los hombres y las mujeres se enfrentan a esta situación. Esto tiene que ver con las diferencias que han existido clásicamente en el rol de la crianza, por las que las madres suelen tener un vínculo más estrecho con los niños que los padres, por supuesto, esto no siempre es así, pero debe tenerse en cuenta para entender la situación de la mayoría de las familias.
Además, este abandono del nido puede coincidir con el inicio de la menopausia para muchas mujeres, lo cual complica más la situación, ya que contribuye a la sensación de cambio de etapa que tanto miedo genera.
Por otro lado, debemos tener en cuenta que la situación actual está cambiando, las dificultades económicas y el paro juvenil supone para muchas familias la imposibilidad de emancipación de los hijos, y esto se traduce en síndromes del nido vacío que llegan tarde y de manera complicada.
Además, estas complicaciones se reflejan en la baja natalidad en muchos países, lo que se traduce en familias con un solo hijo, para quienes es aún más complicada la transición entre etapas, y en jóvenes que deben viajar lejos para trabajar, lo que complica la comunicación y provoca que esta salida del hogar no se pueda llevar a cabo de manera gradual.
Te proponemos varias ideas para facilitar esta situación y sentirte menos triste cuando llegue el momento, intenta aplicarlas todas o las que más se ajusten a tu estilo de vida y posibilidades actuales:
Fortalecer la relación de pareja siempre que esta exista.
Muchas veces, las parejas que tienen hijos pueden descuidar los aspectos románticos de la relación, por lo que este es un buen momento para trabajar en ella, tener más momentos de intimidad en pareja y encontrar aficiones comunes.
Consejos:
- Mantenerse activo y trabajar en nuestro estilo de vida, de esta manera no solo reforzaremos nuestra salud mental, sino también nuestras capacidades y salud física.
- Respetar la autonomía de los hijos y creer en su capacidad para tomar decisiones, no debe preocuparnos tanto si se equivocarán o tendrán algún problema, así es como se aprende y se crece.
- Disfrutar del tiempo libre y mantenerse ocupado, puede que este sea el momento ideal para retomar aquellas actividades que nos encantaban, pero dejamos de lado por el cuidado de los hijos y el hogar.
- Cuidar y mantener nuestra vida social, evitar que esta marcha signifique soledad. Podemos ponernos en contacto con viejos amigos o apuntarnos a actividades o talleres para conocer gente nueva.
- Mantener una actitud positiva y evitar el alarmismo en la medida de lo posible. En caso de que no seamos capaces de mantener a raya las emociones negativas y estas invadan nuestra vida, siempre podemos contar con la ayuda de un profesional de la salud mental.
Como último punto queremos recalcar la importancia de la salud mental sobre nuestra vida en general. Vivir en una situación de tristeza y soledad constante no es sano y no nos va a permitir ser felices, por lo que en muchos casos lo más acertado es buscar un psicólogo que pueda darnos herramientas para manejar mejor nuestra realidad día a día.
Si crees que tú o algún ser querido está sufriendo Síndrome del nido vacío, y te gustaría que alguno de los mejores psicólogos de Granada te guíe en tu mejoría, estaremos encantados de ayudarte.