Hiperactividad y déficit de atención
En Psicólogos Granada desde hace más de 20 años ofrecemos ayuda especializada en TDAH tanto a sus hijos como herramientas para padres y madres.
La atención es un proceso cognitivo que permite seleccionar los estímulos ambientales, ignorando otros. La concentración es la capacidad de mantener un determinado nivel de atención durante un período de tiempo.
Los trastornos de atención se caracterizan por dificultades de mantener la atención y pueden manifestarse de diferentes maneras, pudiendo ocurrir a cualquier edad. El elemento común son el déficit de atención, es una definición vaga porque los tipos de atención son numerosos y sus diversas alteraciones implican diferentes signos. El trastorno más famoso de esta área es, sin duda, el TDAH (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).
Es posible distinguir tres tipos de atención que pueden ser sujetos de deterioro:
- Atención sostenida: es la capacidad de mantener la atención en un estímulo concreto durante un período prolongado de tiempo;
- Atención selectiva: es la capacidad que nos permite centrarnos en uno o más estímulos seleccionados, entre otros estímulos distractores;
- Atención dividida: es la capacidad de prestar atención y procesar información de diferentes estímulos presentes a la vez.
Los trastornos de atención con frecuencia se diagnostican en la infancia. Este tipo de problemas pueden manifestarse de diferentes maneras:
- Falta de atención a los detalles y errores;
- Poca atención en las tareas o incluso en los juegos;
- Tendencia a no seguir las instrucciones o no terminar las actividades (escuela, trabajo o en el hogar);
- Evitación de las tareas que requieren un esfuerzo atencional;
- Pérdida de objetos necesarios para sus actividades;
- Falta de cuidado;
- Dificultad en quedarse quieto;
- Tendencia a correr y trepar (especialmente en niños) en situaciones inadecuadas;
- Habla excesiva;
- Impulsividad (respuestas apresuradas sin que terminan las preguntas, dificultad para esperar su turno, interrupción de otras conversaciones y comportamiento intrusivo).
En los niños, estas dificultades a menudo conducen a un bajo rendimiento escolar, deterioro de las relaciones con los compañeros, reproches por los adultos, ansiedad y desmoralización, que a su vez acentúan los problemas básicos.