Acoso escolar
Origen del bullying
El psicólogo Dan Olweus, padre del término bullying, definió en 1989 el acoso escolar como la situación en la cual “un alumno está siendo maltratado o victimizado cuando el o ella está expuesto repetidamente y a lo largo del tiempo a acciones negativas de otro o un grupo de estudiantes”.
Características del buylling o acoso escolar
Las características peculiares que distinguen el bullying de otras formas de conflictos entre niños y adolescentes son principalmente tres:
1- la intencionalidad: el acosador actúa voluntariamente y conscientemente
2- la persistencia: el maltrato sigue en el tiempo de manera sistemática y continua, es decir, con frecuencia y durante un periodo prolongado
3- la desigualdad de fuerzas y posición en el grupo: apoyado por un grupo de amigos, el acosador mantiene una posición de fuerza, física y/o psicológica, a costa del acosado que generalmente está aislado socialmente y tiene dificultades para defenderse.
La relación entre el acosador y el acosado no es simétrica ni recíproca y el acosador usa su posición de popularidad y poder para perpetrar las molestias hacia la víctima (situación definida abuso de poder).
¿El acoso escolar o bullying es una cuestión individual o social?
En un primer vistazo podría parecer que se trate de una cuestión individual que se consuma solo entre dos personas. En realidad, hay otros actores implicados que permiten que la situación ocurra o que intentan bloquearla.
Al lado del acosador encontramos los ayudantes directos (que están involucrados en concreto y siguen las reglas del acosador) y los ayudantes indirectos (que aunque no tengan un papel activo, participan a las molestias incitando, riendo, grabando).
A lado del acosado están los defensores, que intentan ayudar a la víctima a aguantar y salir de la situación. Desafortunadamente, muchas veces el acosado tiene una red social pobre y tiene que enfrentarse solo con el acosador y su grupo.
Finalmente, están los ajenos que aunque no tomen una posición, tampoco denuncian el caso ni toman su responsabilidad en calidad de testigos.
Entonces es un fenómeno social que como tal debería ser tratado, tanto en contextos públicos como familiares.
¿Cómo saber si mi hijo está sufriendo acoso escolar o bullying?
Los padres tienen un papel clave en la detección de sí tus hijos son acosadores o acosados, ya que a menudo los jóvenes no hablan mucho con sus padres ni tampoco les informan si están involucrados en situaciones de bullying.
Hay algunas señales que pueden ayudarte a descubrir si tu hijo está siendo acosado, por ejemplo si cambia sus hábitos (no comer, dormir mal, no querer ir a la escuela, no quedarse con los amigos que solía ver antes), si se presenta con heridas y golpes o pertenencias rotas, si no justifica sus gastos, si se pone más triste, deprimido, angustiado, nervioso, si se reducen sus logros académicos y pierde interés en las actividades que antes le gustaba practicar, sean escolares o extraescolares, si responde a tus preguntas de manera evasiva o poco clara.
También si presenta conductas agresivas en casa, hacia personas u objetos, hay que sospechar que está siendo víctima de bullying: puede ser que la frustración y el malestar que experimenta en el día a día lo empuje a actuar de manera provocadora y violenta fuera del ámbito de acoso.
¿Por qué mi hijo no pide ayuda aunque lo acosen?
Ser acosado diariamente pone a la persona en un estado constante de ansiedad y tensión, con sentimientos de impotencia y vergüenza que lo bloquean a la hora de informar de lo que le está pasando.
Esta situación de aislamiento social y emocional lleva a la persona a tener una autoestima muy baja, a creer que va a haber indiferencia por parte de los demás hacia lo que le está pasando y a pensar que no es importante para nadie, incluso a pensar que se merece este trato.
Por la complejidad de este fenómeno es tan importante que los adultos significativos (que sean importantes para el niño, por ejemplo, padres, profesores, …) aprendan a reconocer las señales de advertencia, especialmente cuando sus hijos no refieren nada, y les ayuden a enfrentarse con la situación y pedir consejos a profesionales para ayudar concretamente a salir de la situación de acoso.
¿Qué debería hacer si mi hijo está siendo acosado?
En primer lugar, tener paciencia. Las reacciones exclusivamente emocionales pueden ser contraproducentes y llevar a empeorar la situación. Al revés, mantener la calma y facilitar un proceso de expresión y apertura en tu hijo es el primer paso que hay que hacer.
Si tiene muchas dificultades para expresarse, también puedes involucrar a hermanos o amigos, primos (en el caso de que tenga) para obtener alguna información y empezar a comprender mejor lo que está pasando.
Si piensas que se trata de acoso escolar o también si tienes dudas y quieres aclararlas, habla con los profesores. Puede ser que algunos de ellos de primeras no den mucha importancia a la cuestión; sin embargo, sigue pidiendo una mayor atención y respuestas: la escuela tiene que mantener una posición clara y concreta contra el bullying.
Es un derecho de tu hijo vivir en un entorno seguro y saludable, tanto en casa como en la escuela: si tu hijo no puede salir solo de la situación, eres tú quien tiene el deber de protegerlo y ayudarlo. Esto no significa que lo reemplaces, sino que le proporciones soporte y herramientas para salir de la situación.
Además, a la hora de hablar con tu hijo, enséñale a reaccionar con asertividad y no con la fuerza física: la confrontación física nunca permite solucionar situaciones de violencia.
¿Qué no debería hacer si mi hijo está siendo acosado?
Es fundamental que el padre/la madre esté presente de manera constante, firme y positiva, para que su hijo tenga al lado una pauta adulta en la cual confiar.
Lo que te cuenta tu hijo no debe ser minimizado ni subestimado: cree y toma todo lo que te dice con seriedad, porque lo que para un adulto es una tontería para un niño puede ser una pesadilla.
Aunque la situación puede afectar a toda la familia y al clima familiar, con un aumento de estrés y preocupación, es conveniente intentar mantener la calma y una actitud positiva para no agobiar más al hijo.
Tu hijo no necesita más ansiedad de la que ya tiene, sino una presencia que le transmita seguridad y confianza, que lo ayude a tomar las riendas de la situación.
Además, ir a hablar con los padres del posible acosador no soluciona nada, podría empeorar la situación: siendo padres, será probable que nieguen que su hijo está acosando a alguien y además que hagan de todo para que no se investigue más la situación.
También por esta razón es mucho más conveniente hablar con los profesores, involucrando a tu hijo en la decisión y exigiendo que se involucren todos los padres.
¿Qué pueden hacer los docentes en caso de bullying?
Con el acosador sería conveniente trabajar las habilidades sociales, en particular la empatía y la responsabilidad de los propios gestos, además de dar una sanción según el nivel de gravedad. Por otro lado, con el acosado el enfoque será más sobre la asertividad, la autoestima, la confianza en sí mismo; sin duda, la víctima necesitará un buen apoyo psicológico, para reelaborar toda la experiencia y prevenir que consecuencias negativas persistan en el tiempo.
A nivel grupal, se aconseja que se debata el tema de la necesidad de afiliación, muy saliente en la adolescencia: tratando el tema de manera general (es decir, sin referirse al caso específico), estimular una reflexión sobre la aprobación social, para que los jóvenes comprendan que no es a través del control y de la prevaricación como se obtiene el éxito.
Por supuesto, pedir una intervención puntual por parte de profesionales puede facilitar una gestión más rápida de la situación de forma exitosa.
¿Qué no deberían hacer los docentes ante un caso de acoso escolar?
A la hora de identificar un caso de acoso escolar, es fundamental que se evite una mayor victimización del acosado, es decir, que no se fomente en toda la clase un clima de mofa y prevaricación a costa de la víctima. Al revés, se aconseja hablar por separado con el acosador y el acosado y emprender caminos individualizados para facilitar la erradicación del acoso.
Además, es fundamental tomar medidas y no dejar que el tiempo arregle las cosas porque así se obtendrá solo un empeoramiento del acoso. La presencia adulta, tanto en el contexto escolar como familiar, es necesaria para finalizar el maltrato, ya que proporciona recursos y se pone a disposición del joven con dificultades. Finalmente, no olvidarse que la experiencia subjetiva de cada alumno tiene mucha importancia: lo que refiere la víctima, aunque parezca una insignificancia a los ojos de un adulto, en el mundo de un adolescente puede ser una congoja inmensa y como tal debe ser tomada en cuenta.
¿Qué pueden hacer los docentes para prevenir el acoso escolar?
También el profesorado necesita una formación específica para enfrentarse a este fenómeno, es decir, para dotarse de competencias de detección y gestión de casos de acoso. Hay diversas herramientas, oportunamente validadas, que permiten medir el nivel de acoso escolar presente en clase. Además de obtener una medición sobre cada alumno, su uso regular lleva consigo efectos disuasores: se transmite el mensaje que no se admite ninguna conducta violenta y que, en caso de que se diese, se sancionará.
Entonces es conveniente que se hable de bullying no solo en ocasiones esporádicas, sino de manera constante. De gran utilidad es la implementación de actividades dirigidas a toda la clase, como por ejemplo grupos de discusión, representaciones teatrales, role-playing.
También la Peer Education ha demostrado ser eficaz en la prevención del acoso escolar: se trata de una modalidad de examinar una cuestión a través de programas desarrollados y puestos en marcha por iguales, que usan el mismo lenguaje de los alumnos y permitiendo aportar una contribución especial siendo parte del grupo, bajo la supervisión de adultos (tanto profesores como psicólogos y educadores).
Crear un ambiente social respetuoso y acogedor, favorecer la colaboración y la cooperación en lugar de la competición, desaprobar y perseguir conductas prevaricadoras y violentas, promover la responsabilidad de normas morales, sostener la expresión de emociones, inspirar reflexiones sobre las relaciones y las dinámicas grupales: estos son solo algunos de los aspectos que deberían estar presentes en un contexto escolar hoy en día, para que la posibilidad de conductas de riesgo se reduzca.
También habría que considerar también el cyberbullying, que por sus peculiaridades es aún más difícil detectarlo. Aunque esta tipología de acoso se manifiesta fuera del espacio físico escolar, se pueden encontrar señales de su presencia también en clase: a la hora de aplicar las herramientas de medida del acoso, no olvidarse de tener en cuenta la posibilidad de cyberbullying.
De hecho, señales como exclusión y aislamiento, tristeza prolongada, ausencia durante excursiones o fiestas, mofas y grabaciones inoportunas de momentos personales deberían alarmar y ser investigados.
Por otro lado, para prevenir el cyberbullying podrían ser útiles talleres de competencias mediales, para que l@s jóvenes aprendan a usar la tecnología de manera consciente y segura.
¿Hay más casos de acoso escolar hoy en día?
En los últimos años, este fenómeno se ha convertido en un asunto de relevancia creciente debido al hecho de que ha habido casos con consecuencias dramáticas para algunas víctimas de bullying: el 78% de los suicidios por parte de adolescentes, habían sufrido acoso.
Profesionales, académicos, periodistas y profesores han empezado a tomar conciencia de la difusión y de la gravedad del acoso escolar, además de la necesidad inminente de tomar medidas adecuadas para contrarrestar este fenómeno.
Siempre ha existido el bullying: cualquier persona puede recordar por lo menos un caso de acoso escolar cuando iba al colegio. Lo que ha cambiado en el tiempo, es la tipología de acoso: con la propagación de la tecnología, ha aparecido el cyberbullying que por como se manifesta (anonimato, rapidez, falta de límites espaciales y temporales, debilitamiento de normas morales) es aún más difícil neutralizarlo. Además, hoy en día poseemos una definición exacta de lo que es el bullying, para poderlo identificar y eliminar.
Según estudios recientes, el 35% de los jóvenes españoles entre 11 y 18 años ha sido víctima de acoso escolar; además, cuestión para nada insignificante, la mayoría de los jóvenes no dice a sus padres de lo que le está pasando. Esto implica en primer lugar que se trata de un fenómeno oculto que necesita ser reconocido; además, que estos jóvenes no se sienten libres de compartir su malestar en familia.
En Psicólogos Granada llevamos más de 20 años ayudando con el acoso escolar.
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