Los beneficios de lavarse los dientes, las manos, ducharse a diario van desde evitar infecciones o enfermedades a favorecer las relaciones sociales y tener una buena presencia.
Es recomendable convertir en un hábito estas acciones y para ello es muy importante el ejemplo que le damos a nuestros hijos, cómo y cuándo lo hacemos, para favorecer la creación de una rutina para ellos haciendo, en la medida de lo posible, que sea agradable y necesario. Pero sólo con un buen ejemplo no siempre es suficiente.
Discutir con los hijos para que se aseen o regañarles puede dar resultado, pero el problema es que de esa manera los hijos no generan un hábito voluntario y a la mínima oportunidad intentarán no asearse o no lavarse los dientes.
Otra opción más recomendable es a través del juego y de la diversión, con normas y cariño, se consigue enseñar al niño el hábito de asearse, creando el hábito haremos que nuestro hijo no se plantee el no hacerlo porque sabe que es algo rutinario y necesario en su día a día.
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