Muchas investigaciones confirman que los problemas sexuales son muy relevantes para nuestra salud. Además los prejuicios erróneos y la ignorancia están íntimamente relacionados con la calidad de vida.
Los científicos han identificado tres componentes básicos para una sexualidad sana:
– La capacidad para disfrutar de la actividad sexual y para regularla conformemente con una ética personal y social.
– La ausencia de temores, miedos, vergüenza, culpa, creencias infundadas y otros aspectos psicológicos que inhiban la respuesta sexual o que afecten a las relaciones sexuales.
– La ausencia de enfermedades, trastornos orgánicos o deficiencias que entorpezcan la actividad sexual y reproductiva.
Dicho esto, las estadísticas más recientes afirman que más del 50% de las mujeres y un 20 % de los hombres de España afirman no sentirse satisfechos con su vida sexual.
¿Pero que es la terapia sexual? Una posible definición es esta: la terapia sexual es un conjunto de estrategias y técnicas para tratar las disfunciones del desempeño sexual cuando ya se han excluido posibles causas médicas (fisiológicas), o como complemento al tratamiento médico.
La terapia sexual entonces se ocupa de asesorar y guiar sobre las disfunciones sexuales, o sea, todos los problemas relacionados con la actividad sexual que nos hagan sentir mal con nuestra sexualidad y que no sean problemas exclusivamente médicos.
Por supuesto la terapia sexual está fijamente relacionada con la terapia de pareja. Para usar una metáfora, lo que pasa dentro y fuera de la cama no está perfectamente dividido, sino que está inevitablemente interconectado.
Aun así, como en muchos ámbitos del saber, en la sexología y en la psicología también existen multitud de orientaciones y formas diferentes de trabajar.
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