Cognitivos: es decir con respecto a la forma de pensar, la ansiedad hace que los pensamientos sean más negativos y pesimistas, que la persona esté en alerta y que interprete todo como amenazante.
En momentos de alta ansiedad, la capacidad de pensar de forma racional se ve disminuida y cuesta tomar decisiones.
Comportamentales: Con respecto a la conducta, moverse mucho, moverse más rápido, comer más o comer menos dependiendo de cada persona, dormir menos.
Fumar mucho, beber alcohol o el consumo de otras sustancias también se puede incrementar.
Tensión muscular que puede ocasionar dolor e incluso otros problemas musculares, sobre todo en zonas como la espalda o las cervicales que pueden provocar mareos y lumbalgias, o en la mandíbula, con problemas como el bruxismo (apretar los dientes). Comerse la uñas o arrancarse pelos (tricotilomanía) también son síntomas de ansiedad.
Fisiológicos: Sensación de falta de aire, respiración acelerada, taquicardia, opresión en el pecho, mareos, sensación de inestabilidad, problemas estomacales, etc.
Estos síntomas son los que más asustan a la persona que lo padece, pudiendo pensar que la causa de su malestar es un peligro físico lo que puede aumentar su ansiedad hasta llegar incluso a padecer un ataque de pánico (crisis de angustia).
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