Las manías son hábitos adquiridos de manera inconsciente, pensamientos, ideas, preocupaciones, que se repiten de forma continua y no se pueden controlar.
En los niños se manifiestan como forma de descargar la ansiedad que produce no saber cómo afrontar y expresar sus emociones y sentimientos.
Suelen aparecer entre los 3 y 4 años y es una conducta que les permite controlar acontecimientos externos. Suelen desaparecer con la edad, pero a veces se refuerzan y pueden durar mucho tiempo pudiendo interferir con el desarrollo del niño.
Las manías se producen cuando el niño está cansado, irritable o cuando está sometido a grandes estados de tensión o situaciones de estrés.
Pueden aparecer tanto con personas cercanas como con desconocidas ante una posible valoración que pueden tener sobre él, obsesionándose con causar una buena impresión.
Las manías sirven al niño para cubrir una necesidad o para reducir malos sentimientos y es muy importante enseñarle a reducirlas poco a poco para eliminarlas y sustituirlas por otras conductas más adecuadas.
Las manías más habituales suelen ser querer comer siempre en el mismo plato o con los mismos cubiertos, colocar los juguetes en la misma posición, utilizar siempre la misma taza, no poder dormir si no es en su cama y con su almohada, lavarse las manos constantemente, seguir rutinas o rituales al levantarse o al acostarse, ver la misma película todos los días o querer escuchar la misma historia al irse a dormir.
¿Cómo ayudarles?
Para reducir estas costumbres es necesario enseñarles a afrontar y a enfrentarse a las dificultades que se presentan en su día a día, fomentando la seguridad y la adquisición de habilidades para establecer rutinas y obligaciones diarias y hacerles entender que no importa si se equivocan.
No hacerle sentir diferente para no crear mayor preocupación en el pequeño.
Aunque desaparecen con el tiempo, si estas se prolongan y empiezan a resultar un obstáculo en su día a día, lo ideal es que se cuente con la ayuda de un profesional.
Los tics son muy frecuentes en los niños. Son movimientos repentinos puntuales (motores) o sonidos (vocales o fónicos) repetidos y rápidos.
Son involuntarios y no pueden controlarse, aunque es posible reducirlos por periodos variables.
Los tics pueden ser simples o complejos.
Los tics motores simples implican varios grupos de músculos y se expresan en forma de parpadeos, movimientos de brazos, etc.
Los tics motores complejos implican movimientos coordinados lentos y decididos como saltar, girar dando vueltas repetidamente, ponerse en cuclillas, etc.
Los tics crónicos con duración de más de un año son menos habituales, pero aparecen también como característica de algunos trastornos, como el Trastorno de Tourette.
La mayoría de los tics leves no suponen un problema para el niño ya que no interfiere con su desarrollo ni con su día a día.
Pero algunos niños sí pueden sufrir a causa de los tics que pueden conllevar malestar físico, como dolor de cuello o de cabeza, o sufrimiento emocional como el sentimiento de vergüenza.
Aunque son involuntarios pueden aprender a controlarlos en la escuela y en otras situaciones sociales lo que provoca un aumento de tics en casa. El evitar los tics provoca cansancio excesivo en los niños.
Estrategias
Aunque los tics no supongan sufrimiento o disfunción el niño se sentirá confortado si mostramos interés sobre sus síntomas, sobre cómo se siente o por cualquier preocupación.
Es necesario fomentar en el niño una vida activa y sana, con una buena alimentación, con suficiente descanso y que participe en actividades que le interesen y le motiven.
La mayoría de los tics no interfieren en las actividades cotidianas y éstos se reducen cuando se realizan actividades placenteras para el niño.
Como los tics aparecen en situaciones de angustia y de estrés de manera más intensificada, es eficaz fomentar la relajación y la diversión del niño.
Si el niño siente vergüenza por los tics o interfieren en su vida cotidiana podemos asignar un espacio privado para que el niño pueda recurrir a ella para dejar salir los tics.
En los lugares tranquilos y con una disminución de estímulos, excitación y angustia los síntomas se ven reducidos.
Cuando los tics resultan inapropiados o embarazosos para el niño en una situación social se le puede promover el aprendizaje de estrategias de sustitución de los tics.