Existen una serie de momentos en el desarrollo de una familia, momentos críticos, en los que ésta se enfrenta a una serie de cambios.
Cambios en las circunstancias del entorno, en los individuos que forman parte de la familia o en la cultura en la que ésta está inserta.
Todos estos cambios podrían ser considerados como periodos de crisis.
Centrándonos en lo que a una persona se refiere nos encontramos que ésta puede enfrentarse, a lo largo de su desarrollo, con una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales que, consecuentemente, van a producir otra serie de cambios en el sistema familiar debido a que las interacciones que se van llevar a cabo en el seno familiar van a sufrir modificaciones.
Estas transformaciones en el contexto familiar consecuencia de los cambios biológicos, psicológicos y sociales que se producen en el individuo son las llamadas crisis evolutivas.
En ellas se trata de que cada miembro de la familia adopte nuevos roles que puedan desarrollar una nueva estructura familiar, diferente a la anterior y, en definitiva, más adaptada a unos cambios inherentes al individuo.
Cuando esto ocurre y cada miembro de la familia adopta unas funciones bien definidas a su momento actual la estructura familiar se reorganiza, adquiere de nuevo identidad y supera la crisis.
Es un proceso de adaptación y desarrollo al que sin duda cada familia ha de hacer frente en un momento determinado